Hace 11 años me quitaron una parte muy importante de mi alma. Habrá quien diga: “Este tipo exagera. Ni que le fuese la vida en ello, o le hubiesen arrebatado a alguien cercano”. Pues no, no me iba la vida en ello, pero sí me arrebataron a algo tan cercano como que lo llevo marcado a fuego en la piel, aún hoy.
Un año atrás se cumplía una década de esa ignominiosa fecha, que muchos unionistas preferiríamos que no llegase nunca, pero el tiempo es inexorable, y no entiende de cosas del corazón. Pero no tuve fuerzas para escribir a mi Gloriosa -mi pasión, mi droga, mi lamento, mi enfermedad, mi vida- porque hay algunos que siguen repitiendo, cual mantra, su mentira de que nunca nos arrebataron a nuestra Unión, y tuvieron la desfachatez de ‘celebrar’ su ‘centenario’.
Está claro que ellos no lo pasaron como lo hizo el que escribe esto allá por 2013. Porque ese día, simplemente, me bloqueé. No podía hacer otra cosa que no fuese llorar, porque había ocurrido lo que hasta el final me aferré a pensar que nunca iba a ocurrir: me habían arrebatado algo muy mío. Nunca iba a volver a ver a mi Unión.
Desde entonces, has estado en cada una de nuestras lágrimas -que no han sido pocas- y has vivido -y vivirás eternamente- en nuestros corazones. Vives en el recuerdo, en ese homenaje que te hacemos desde lo más hondo de nuestro unionismo irredento, en cada uno de los pasos que Unionistas de Salamanca va dando. Dedicándote cada uno de sus primeros goles de temporada señalando al cielo de los equipos, donde seguro que estás.
Como ya ha pasado en más de una ocasión, no me apetece recordar los nombres de los culpables de que tu fin llegase, Gloriosa. En el pecado llevan la penitencia. Supongo que será mejor para ellos envejecer en playas caribeñas, codearse con quien les apetezca, o, sin más, hacer lo que les venga en gana. No son dignos ni de que se pronuncien sus nombres. Aunque todos sabemos que son culpables, quizá tanto como los que compran el vacuo, falso y erróneo discurso de que sigues entre nosotros.
En 2013 no pude acompañar a las decenas de salmantinos que se reunieron a las puertas del Novelty, el mismo lugar en el que se firmó tu acta fundacional, para darte esos 90 segundos de aplausos y guardar los 90 segundos de silencio que se decidieron, uno por cada uno de los años que estuviste con nosotros. Y bien sabes, como bien sabe el mismísimo Dios, que me hubiese gustado estar. Pero que, como Él dispone, hay veces que un ángel se interpone en el camino para evitarnos sufrimientos. Y aquel día mi madre fue su enviada, para evitar que me desplazase a mi tierra en un estado de tanto dolor que, visto por el retrovisor, quizá no me hubiese permitido alcanzar mi destino. Quién sabe.
No me pasa ya como al principio, cuando oír la música más bella que jamás he escuchado, tu himno, me quebraba el corazón. Las heridas siguen, y seguirán de por vida, pero he encontrado algo necesario en entonar esa maravillosa letra en el minuto 23 de cada uno de los partidos de Unionistas, se juegue donde se juegue. Desde la primera vez que reuní las fuerzas necesarias para volver a cantarlo -derrumbado al acabar- con mis buenos compañeros de Exiliados Sección Pucela en las gradas de La Laguna, en Laguna de Duero, hasta escuchar al Reina Sofía convertido en orfeón en ese histórico partido en el que estuvimos a punto de eliminar al equipo que domina el palmarés de la Copa del Rey.
De hecho, estoy redactando estas líneas con esa melodía, la más bella del mundo, repito una vez más, para recordarte con el amor eterno con el que lo hacemos quienes te quisimos, y te querremos por siempre. Porque te honramos, eres nuestra Gloriosa, hicimos locuras por ti, se forjaron amistades que lo serán para siempre, y nos identificamos con los dos colores más bonitos del mundo, tu blanco y tu negro. Y con ese escudo, que será, por siempre, también el más bonito del mundo. Y que, algún día, dejará de ser usado fraudulentamente, ya lo verás.
Cuesta mucho ver cómo se acerca esta fecha en el calendario. Porque todos los que te amamos sabemos que va a ser un día duro. Porque no te olvidamos, ni te olvidaremos. Porque eres muy nuestra, por encima de todas las calumnias, mentiras y estupideces que digan, tanto acerca de ti como invocando tu nombre. Otros sabemos lo que fuiste, Unión. Aquellos otros no tienen ningún mérito. No merecen siquiera nuestro desprecio.
Me voy a despedir ya, Gloriosa. Ha caído más de una lágrima mientras escribía estas líneas, lo confieso. Pero sé que en el futuro caerán muchas más, y serán de alegría, por ver que el equipo que te homenajea, te honra y te ha jurado amor eterno desde su primer minuto de existencia sigue creciendo. Ya se las he cogido prestadas más veces, pero este año toca una vez más, las bellas palabras que Ángel M.F., creador de ‘Desde mi grada vieja’ escribió en ese infausto día.
Me hiciste muy feliz Unión Deportiva Salamanca.
En mí y en los míos te prometo que no morirás nunca.
Una vez más, me rompo la garganta por ti, con el grito más bello que he pronunciado en mi vida, acompañado de otro que deja muy claro lo que ha pasado contigo. Hasta siempre, mi Gloriosa.
¡HALA UNIÓN!
¡UNIÓN SÓLO HUBO UNA!
Carlos Patino, peñista del colectivo unionista Fondo Joven hasta
la desaparición de la Unión Deportiva Salamanca en 2013
y socio fundador de Unionistas de Salamanca C.F.