Por Manuel Fernández Lara.
42 kilómetros. Eso es lo que hay desde mi casa en Estepona al estadio Nuevo Mirador. Siendo un domingo de octubre, nublado y con amenaza de lluvia, daba algo de pereza ir a ver el partido, pero tenía una buena razón para ir. Y tiene 7 años de edad. Mi enano ha crecido oyendo batallitas del abuelo de su Málaga, C.D. y C.F., y del tío abuelo Velázquez que jugaba en el Madrid yeyé. Y al cansino de su padre de Unionistas, ese equipo de Salamanca al que nunca ha visto porque subir sólo en Navidades o verano lo dificulta bastante.
Hoy no, hoy no importaba la modorra dominical, estando a media hora en coche había que aprovechar. Y después de conseguir aparcar en ese polígono tan grande y dar con las taquillas acabamos en el fondo norte, escorados, con otros 40 personajes igual de locos. Porque los de Unionistas estamos mal de la cabeza.
El partido comenzó suave, con un poco de descontrol y algo más de peligro por parte de los locales, con faltas normales por ambas partes pero el trencilla se las apañó para sacarnos 3 amarillas y perdonando, siguiendo ese rasero, un par a los del Algeciras.
Lo peor fue que en los últimos compases de la primera parte una mano involuntaria de rebote se sancionaba con penalti, trasformado por Alvaro Romero, mientras detrás mía le gritaban “¡Mándala fuera Alvarito, que en Salamanca te hicimos hombre!”, gol raso por la izquierda y para el vestuario. Supongo que si hubiera sido en nuestra portería le hubiéramos gritado más.
En la segunda parte empezamos con algo más de fuerza, pero duró 10 minutos, bastante lastrados por las faltas en contra no pitadas y las imprecisiones propias, con los linieres marcando los fueras de banda al son del árbitro, algunos bastante cómicos que dejaron claro quien tenía que ganar.
El partido tenía pinta de 2-0, y cuando peor estábamos jugando un rápido contragolpe y un centro, creo que de Chapela tras prolongación de De Miguel, acabó rematado y entrando por la misma esquina del penalti por Beneit, enmudeciendo al Nuevo Mirador. Aquí vinieron los mejores minutos del equipo en todo el partido y donde más se aplicó duramente el Algeciras en cortarnos cualquier jugada, con la connivencia otra vez de un arbitro que incluso alargó los 3 minutos de añadido excesivamente y sin motivo. Al final con oficio, orden y aguantando los arreones de un Algeciras estéril se consiguió uno de los puntos más trabajados en lo que van de temporada. Toca ganar a un San Fernando en racha para tomar aire y conseguir despegarnos del descenso.